La exposición prolongada a la luz del sol sin la protección adecuada
puede llegar a tener serias consecuencias sobre la salud. Lo mismo ocurre con
las lámparas de rayos UVA, tan populares al permitir obtener un bronceado en
cualquier época del año, ya que el tipo de onda que emiten es exactamente la
misma. De hecho, la OMS ha declarado que el uso prolongado de este tipo de
lámparas provoca cáncer de piel. A esto hay que añadir que muchos dispositivos
de rayos UVA no siguen los controles de calidad que debieran, y su deterioro
puede llegar a provocar que emitan rayos UVB e incluso UVC, ambos muy nocivos
para la piel. Además, muchos de los centros de belleza que ofrecen este
servicio no cuentan con un personal lo suficientemente cualificado como para
informar a sus clientes de las precauciones que tienen que tomar antes de
someterse a una sesión de bronceado con una lámpara de rayos UVA.
Dado el riesgo que presenta la utilización de dispositivos de rayos
UVA, es muy aconsejable seguir los siguientes consejos:
-Percatarse de que el centro en el que se vaya a realizar la sesión de
rayos UVA cumpla con la normativa vigente y que todas sus instalaciones hayan
superado las revisiones pertinentes.
-Las personas con un fototipo de tipo 1 o 2 no deberán someterse a una
sesión de bronceado de este tipo ya que no conseguirán broncearse y se
quemarán.
-El plazo mínimo entre sesión y sesión deberá ser de 48 horas. Entre
tanto tampoco se deberá tomar el sol. El número máximo de sesiones será de
entre 20 y 30 anuales.
-Existen medicamentos que son incompatibles con los rayos ultravioleta.
Por ello, es conveniente consultar al médico antes de someterse a una sesión de
bronceado.
-Si en la familia existen antecedentes de cáncer de piel no se deberá
hacer uso de ningún tipo de dispositivo de rayos UVA.
-No utilizar este tipo de dispositivos si se tienen menos de 30 años,
ya que ello dispara las posibilidades de sufrir cáncer de piel en el futuro.
Según el último congreso mundial de dermatología celebrado en Chicago
(EEUU), los rayos infrarrojos A o IR-A, son una de las últimas amenazas que nos
queda por combatir para protegernos de la luz que nos llega del Sol, unos rayos
con una gran capacidad para penetrar hasta la capa más profunda de la
epidermis, la hipodermis.
Básicamente, el Sol brilla porque los átomos de hidrógeno de su
superficie se fusionan constantemente para ofrecernos su luz y calor. Los rayos
resultantes son ondas electromagnéticas con diferentes longitudes de onda, de
las cuales únicamente tres llegan a la tierra. La radiación ultravioleta (UV)
sólo supone un 4,3% de la radiación total, el 50,7% corresponde a la luz
visible, y el 45% restante es radiación infrarroja (IR).
Hasta ahora no se había demostrado que las radiaciones infrarrojas
fueran peligrosas para la salud de la piel. Sin embargo, de acuerdo con
estudios científicos recientes, se ha demostrado que los rayos IR-A tienen
efectos nocivos sobre la piel por su capacidad de penetrar hasta la capa más
profunda de la piel, la hipodermis produciendo un foto envejecimiento prematuro
con importantes efectos nocivos sobre la salud, a largo plazo.
Se ha podido comprobar que la corta longitud de onda de la radiación
Infrarroja IR-A, es la culpable de la destrucción de las fibras de colágeno, y
como consecuencia, del envejecimiento cutáneo prematuro- La gran capacidad de
penetración de este tipo de rayos, produce un ataque directo a las mitocondrias
celulares, las responsables del abastecimiento energético de la célula.
En la mitocondria el IR-A produce un aumento de los radicales libres,
que son extremadamente dañinos para las células. Si estos radicales libres se
acumulan en nuestras células, los mecanismos de defensa antioxidantes se
desbordan, y sufrimos lo que se denomina estrés oxidativo, causando un daño
celular en cascada: se liberan enzimas proteolíticas que descomponen el
colágeno, el componente más importante del tejido conjuntivo.
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